Esto me lo contó AITONA (el abuelo), ocurrió hace mucho, mucho tiempo cuando la Tierra hablaba con los hombres. Dicen que un día Ama Lur les dijo a un niño y a una niña: “Yo soy Ama Lur, Ama (la madre) de todo lo que existe: del sol y e la luna, de los animales, del hombre, de las plantas, de las piedras y de todo lo que es. Todo lo que existe estuvo una vez dentro de mí, y yo lo dejé salir fuera de mí y todo regresará algún día a mi interior.
Ustedes irán y les contarán a sus padres que podrán tomar de mí todo lo que yo tengo para darles, que son mis suelos con sus animales, mis aguas, mis minerales y mis piedras. Pero yo guardo un tesoro justo en mi centro y ese no deberá ser tocado. De lo contrario enfermaré y ya no podré cuidarlos y se alterarán, y entonces todos los hombres sufrirán porque yo soy la madre de todos.
Entonces los niños le contaron a AITA (al padre) y a AMA (la madre) lo que AMA LUR les había dicho y ellos a su vez, les contaron a otros y poco a poco todos en el mundo sabían lo que Ama Lur les había pedido. Al principio todo iba bien: Ama Lur les daba buenas cosechas y pasturas abundantes para sus animales y ríos transparentes llenos de peces. Nadie era rico pero tampoco había pobres. La mayoría estaba contenta y en el tiempo libre iban a dar paseos a las playas, las montañas y los bosques y en invierno hacían hermosas prendas tejidas y objetos tallados en madera. Pero había un hombre que codiciaba el tesoro de las entrañas de Ama Lur y andaba buscando otros que le ayudasen a encontrarlo. Y les decía: “Lo que ha dicho Ama Lur es mentira. Ella no es una persona como nosotros y nada le pasará si tomamos su tesoro. ¿O es que quiere hacernos creer que enfermará como si a uno de nosotros le cortaran un brazo o le arrancasen el corazón?”
Muchas personas eran codiciosas y aceptaron ayudar a ese hombre, y con picos y palas cavaron en muchos lugares hasta que, siguiendo el túnel que habían construido desde la base de un volcán extinguido, vieron a poca distancia de sus manos las riquezas de Ama Lur: piedras preciosas, oro, plata y otros elementos que ellos no conocían y que emitían hermosos arco iris de luz. Pero cuando el primero de ellos rozó con su mano una piedra preciosa del tesoro, el túnel tembló y un derrumbe separó a los hombres del corazón de Ama Lur. Y desde entonces ella dejó de hablarle a los hombres y, aunque aún les regala todos sus dones: su aire, su agua, su suelo, sus animales y sus plantas, de tanto en tanto surgen de su interior herido, señales de la enfermedad que le causaron los hombres cuando tiembla o se inunda, se congela o se recalienta.
Pero aitona dice que algún día se sanará y entonces volverá a hablar a los hombres y como soy pequeño tal vez pueda llegar a conocer su voz algún día.
Ustedes irán y les contarán a sus padres que podrán tomar de mí todo lo que yo tengo para darles, que son mis suelos con sus animales, mis aguas, mis minerales y mis piedras. Pero yo guardo un tesoro justo en mi centro y ese no deberá ser tocado. De lo contrario enfermaré y ya no podré cuidarlos y se alterarán, y entonces todos los hombres sufrirán porque yo soy la madre de todos.
Entonces los niños le contaron a AITA (al padre) y a AMA (la madre) lo que AMA LUR les había dicho y ellos a su vez, les contaron a otros y poco a poco todos en el mundo sabían lo que Ama Lur les había pedido. Al principio todo iba bien: Ama Lur les daba buenas cosechas y pasturas abundantes para sus animales y ríos transparentes llenos de peces. Nadie era rico pero tampoco había pobres. La mayoría estaba contenta y en el tiempo libre iban a dar paseos a las playas, las montañas y los bosques y en invierno hacían hermosas prendas tejidas y objetos tallados en madera. Pero había un hombre que codiciaba el tesoro de las entrañas de Ama Lur y andaba buscando otros que le ayudasen a encontrarlo. Y les decía: “Lo que ha dicho Ama Lur es mentira. Ella no es una persona como nosotros y nada le pasará si tomamos su tesoro. ¿O es que quiere hacernos creer que enfermará como si a uno de nosotros le cortaran un brazo o le arrancasen el corazón?”
Muchas personas eran codiciosas y aceptaron ayudar a ese hombre, y con picos y palas cavaron en muchos lugares hasta que, siguiendo el túnel que habían construido desde la base de un volcán extinguido, vieron a poca distancia de sus manos las riquezas de Ama Lur: piedras preciosas, oro, plata y otros elementos que ellos no conocían y que emitían hermosos arco iris de luz. Pero cuando el primero de ellos rozó con su mano una piedra preciosa del tesoro, el túnel tembló y un derrumbe separó a los hombres del corazón de Ama Lur. Y desde entonces ella dejó de hablarle a los hombres y, aunque aún les regala todos sus dones: su aire, su agua, su suelo, sus animales y sus plantas, de tanto en tanto surgen de su interior herido, señales de la enfermedad que le causaron los hombres cuando tiembla o se inunda, se congela o se recalienta.
Pero aitona dice que algún día se sanará y entonces volverá a hablar a los hombres y como soy pequeño tal vez pueda llegar a conocer su voz algún día.
Relato extraido del libro "Seres Vascos Extraordinarios" del Centro Vasco "Toki Eder" de José C. Paz (Argentina), Autoras: Ma. Inés Mogaburu, Romina Ganiko, Ma. Soledad Fernándes Oñederra y María Fernández Castelli.
2 comentarios:
hermoso relato, cuando puedan suban alguno más, para leerle a mis nietos
Kaixo ! Me alegro que te gustara el relato. Les comento que la autora de los textos es María Inés Mogaburu y la autora de los dibujos, Romina Ganiko. Sinceramente creo que el mérito principal corresponde a ellas, por eso es justicia comentarlo.
Agur eta musuak eta zorionk !!!!
Mariana Fdez Castelli
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