Tradiciones que se niegan a morir |
Los jóvenes del pueblo, justo a esa hora, llenaban recipientes con el agua del manantial. Se cree que al tiempo que suenan las doce campanadas, todas las aguas del mundo (y también el resto de la naturaleza) renacen.
El agua ingerida justo en ese preciso momento, posee una fuerza especial, que hace que la persona que la tome quede protegida. Así pues, los jóvenes acarreaban este agua de casa en casa, para que todos los vecinos la pudieran beber. Aprovechaban la ocasión, como suele ser habitual, para procurarse algo de comida.
Fuente: SORGIN